Preludio N°1 / Heitor Villa-Lobos

Los preludios de Villalobos son piezas muy conocidas e interpretadas, por lo tanto, quien se dispone a estudiarlas ya cuenta con ciertas imágenes y referencias al momento de ejecutarlas. Para Esteban estas obras del compositor brasileño formaron parte de su infancia, desde donde las recuerda. Sin embargo, en ese entonces su interpretación versaba en réplicas de versiones, en la pulcritud de lo técnico pese a su alto grado de dificultad, como él mismo menciona ‘‘de niño el estudio es lineal, vas de principio a fin nada más’’. Hoy, años después, su interpretación ya nutrida de una madurez distinta propone toda una reconstrucción interpretativa que enfatiza en el análisis y reconocimiento de los recursos que la misma obra propone. Cada uno de los preludios es un homenaje que otorga en sí mismo un carácter propio: el Preludio N°1 por ejemplo, es un homenaje al hombre campesino, que desarrolla una idea, un algo que decir a través de la línea de bajo muy legato y cantabile que según el registro en el que canta ‘’sugiere algo de tierra, de sangre’’, que luego en el piú mosso se expande hacia el campo de Brasil, evocando estas guitarras brasileñas de cuerdas de metal. El Preludio Nº3 es un homenaje a Bach, a cuya ejecución le antecede un profundo análisis para poder plantear y lograr hacer la interpretación que Espinoza imaginó de la pieza, establecer congruencia en la forma entre escalas que se presentan sobre distintas tonalidades, de modo tal que logre ensamblarse cuidando la forma.

“A medida que el tiempo transcurre, la ilustre personalidad de Heitor Villa-Lobos adquiere perfiles cada vez más legendarios y su obra nos confirma la presencia de un lenguaje musical de un contenido latinoamericanista que ninguno, antes que él pudo abordar dentro de similares proporciones… él fue el caso brillante de un ser unido a sus acciones y a su obra por un imperativo de la naturaleza” (Juan Orrego-Salas)

“La creación musical constituye una necesidad biológica para mi, compongo porque no puedo evitarlo” – “yo soy el folclore, mis melodías son tan auténticas como aquellas que surgen del alma de la gente” describió de sí mismo el autor, movido por una exuberante imaginación que logró expresar a una nación entera con todas sus complejas conjunciones raciales, la negra traída a la fuerza, la indoamericana nativa y la ibérica llegada con estruendo.

 

Su obra se vió siempre impregnada por la espontaneidad y la improvisación, características extraídas de las cualidades de la música popular y folclórica que tanto abrazó, de formación autodidacta en la escritura pero con estudios instrumentales formales, Heitor fue elevando a estándar nacional la sonoridad vernácula de la música de la gente y el Estado brasileño lo reconoció y apoyó, tanto en la necesidad de llevar esta música por el mundo, como en la creación de la Academia Brasileña de Música y la invitación a asumir el Programa Musical de Educación, con lo que notaremos, Brasil posee una vinculación con sus raíces, tradiciones y sonidos folclóricos musicales como pocos, y éste será el principal legado de un músico indomable.

Eugenio nace en la ciudad de San Javier de Loncomilla, y tras recibir en obsequio navideño una guitarra, desata su amor por el instrumento y la música dedicada a ella.

Comenzó sus estudios con la maestra Miriam Sepúlveda en la ciudad de Talca, para posteriormente a sus estudios escolares secundarios, trasladarse a Santiago a cursar la carrera de Interpretación Superior en Guitarra en la Escuela Moderna de Música con la maestra Eugenia Rodríguez.

En 1996 como estudiante del reconocido compositor nacional Carlos Botto, el Premio Nacional de Música le dedica la obra “Tres preludios para guitarra”.

Eugenio ha obtenido importantes premios en concursos internacionales de interpretación, y se ha presentado en concierto en Chile, Venezuela, Cuba, España y República Dominicana.

En el año 2004 se le otorga el Premio Orquesta Moderna de Chile como mejor intérprete de la Temporada oficial de conciertos por su ejecución del Concierto II para guitarra y doble quinteto de cuerdas del compositor nacional Javier Farías Caballero, con quien compartió estudios y ahora, amistad y participación en el Ensamble de Guitarras de Chile, en el cual, González es solista.