“En sus composiciones destaca la preferencia por las formas clásicas y los elementos refinados como enlace entre las tradiciones españolas del pasado y las tradiciones del presente. Conocedor de las corrientes estilísticas europeas, no abandonó su propio estilo, con el que contínuamente afirmó su propia personalidad”

Joaquín escribió obras en todas las estructuras musicales formales, particularmente la del concierto, no obstante, debe su fama a su contribución al repertorio para guitarra, dándole universalidad a la guitarra española como instrumento de concierto. Como ejemplo e hito de ello, cabe mencionar el “Concierto de Aranjuez”, para guitarra y orquesta, estrenado en 1940 y que lo elevaría hasta la cúspide de la música ibérica.

Ésto lo dejó establecido Miguel Llobet, quien recibió en sus manos la obra “Zarabanda Lejana y Villancico” (1927) y que tras su análisis le dedica al joven compositor lo siguiente: “Usted intuye a la guitarra y debe continuar escribiendo para ella, en la que le auguro grandes éxitos”.

Cuando Manuel de Falla, con quien entabló una significativa amistad, iba a ser condecorado con la “Legion d’Honneur” francesa, pidió que en el concierto de cierre de la ceremonia (1928) no sólo se escuchara música suya si no también de otros jóvenes compositores españoles, en cuya ocasión Rodrigo (a quien una grave enfermedad privó de la visión en temprana infancia) en persona estrenó “Preludio al gallo mañanero” ante un público distinguido e informado que luego reflejó su impresión en la prensa parisina: “Entonces pudimos admirar la deslumbrante mecánica del pianista así como las cegadoras maneras de su gran escritura para piano”.